Probablemente hayas oído hablar últimamente acerca de algo llamado NFTs («eneftis»): tanto artistas como curadores hemos entrado en una especie de fiebre, como ocurre siempre que aparece una nueva técnica en escena.

Por sus siglas en inglés, se trata de «tokens no fungibles», una forma de activos digitales que se certifican y almacenan en la block-chain (red basada en un sistema de cadenas de bloques), son de carácter único y se compran y venden en marketplaces de la Web3 utilizando criptomoneda. El marketplace más utilizado a nivel global es Opensea.

Las cadenas de bloques son protocolos informáticos diseñados de tal manera que no necesiten recurrir a terceros para verificar las transacciones: los incentivos económicos y la criptografía hacen que falsificar resulte costoso y muy fácilmente detectable.

Los NFTs de arte se curan, coleccionan y comercializan de forma virtual. Han tenido una gran acogida en el mundo del coleccionismo de arte, entre otras razones, por la facilidad de intercambio y almacenaje, y por la rápida revalorización de las obras.¡Incluso la prestigiosa casa de subastas Sotheby’s realiza curaduría y venta de NFTs!

Algunas creaciones son realizadas completamente en digital. Tal es el caso de colecciones tan famosas como los Cryptopunks, que un principio se regalaron a todos los poseedores de una billetera Etherum, y que hoy en día alcanzan cifras astronómicas.

En otros casos, los artistas digitalizamos y «tokenizamos» obras directamente desde nuestros originales. Es el caso de mis dos colecciones: «Cybertoros: ni sangre ni arena» y «Cyberflamencas: abanicos encriptados» en los que, partiendo de obras realizadas sobre lienzo con acrílico y técnica de espátula, surgen creaciones totalmente nuevas, únicas y de enorme atractivo visual, adaptadas a la web3 y listas para ser coleccionadas.

Puedes ver mis creaciones en el portfolio, o ir directamente a mi página del marketplace Opensea